Históricamente, el desempeño del Dow y del S&P 500 ha presentado una alta correlación, aumentando y disminuyendo ante los mismos estímulos del mercado.
Esta correlación no debería sorprendernos, ya que las exposiciones de ambos índices son similares. Igualmente, ambos poseen niveles de volatilidad parecidos, aunque no idénticos. No obstante, las diferencias considerables en su desempeño son reflejo de divergencias en la composición y estilo de ambos índices.
El Dow contiene muchos menos valores que el S&P 500 y, por tanto, puede presentar un mayor riesgo. Sin embargo, a veces ha perdido menos valor que el S&P 500 en mercados de bajo rendimiento, como 2009, y a veces ha ganado menos en mercados fuertes, como 2013 y 2019. Un factor que ha contribuido a esta situación es que, históricamente, el Dow ha estado un poco más orientado hacia el factor de valor, realizando el seguimiento de empresas de alta capitalización bien establecidas, cuyos precios tienden a ser menos volátiles.
Si bien el S&P 500 posee una mayor diversificación que el Dow, es más volátil. Esto sucede, en buena parte, porque el S&P 500 incluye una gran cantidad de compañías más pequeñas, cuyos precios normalmente varían de manera más drástica y frecuente que los precios de acciones de mayor capitalización incluidas en el índice. Esta mayor volatilidad ayuda a explicar por qué el S&P 500 puede tener pérdidas considerables en periodos cuando el mercado tiene desempeños deficientes, como 2001 y 2009, pero al mismo tiempo puede alcanzar ganancias considerables en mercados sólidos, como 2013 y 2019.
Sin duda alguna, el Dow y el S&P 500 presentan algunas diferencias, sin embargo, aquello que comparten es infinitamente más importante: integridad y confiabilidad, además de una larga trayectoria como indicadores del desempeño del mercado bursátil.